
No tengo ningún problema con encontrarme con alguien tan especial que termine enamorandome de ella. Pero en ciertos casos es mejor huir desesperadamente y no ir hacia el encuentro de ese amor, que es más bien un choque casi sin sobrevivientes.
Ese temor a enamorarme de un imposible, me ronda. Me ronda a diestra y siniestra. Merodea cada espacio indefenso de mi ser para poder apoderarse de él con el nombre que no debería nombrar. Me rodea tan cerca de mi centro que se he estado perdiendo mi pulsación original.
Lo peor es cuando ya se ha infringido la ley y te han recriminado tus actos casi que por respetar esas leyes rebuscadas más que por haber cometido un crimen verdadero. Eso es peor, porque si al menos me castigara con el enojo, la indiferencia o el silencio, tendría las cosas más claras, sabría cuales han sido mis pecados. Sin embargo sigue aquí, cerca, durmiendo a mi lado, abrazándome, pidiendome cariños. No me deja ver mis actos. ¿Está jugando conmigo o con ella misma?
Me dice algo, pero todas sus señas me dicen otras cosas. Yo respeto sus palabras. Respeto completamente lo que me ha pedido no hacer. Pero vuelve a quedar a dos centímetros de mis labios, y lo peor es que la práctica zen me permite ser invensible e inmutable.
Si sigo así terminaré, inevitablemente, enloquecida, enceguecida, ... enamorada...
¿Morir luchando? o ¿soldado que arranca sirve para otra guerra?, ser ilusa o ser cobarde